domingo, 19 de agosto de 2007

Y el premio es para.... ¡El chocolate!!

El chocolate ganó la encuesta y queda coronado como la mejor contribución mexicana al mundo, por lo menos en este pequeño espacio.
Para celebrar la ocasión, va un cuentito. Les agradezco mucho sus comentarios, para mejorarlo.


CACAO




Metztli se levanta de su cama. Se pone un vestido de fibra tejida sobre el cuerpo erguido, suave; sandalias en los pies ligeros. Lleva el largo cabello suelto, y en el cuello una flor de jade. Camina a la cocina. Se marea, su estómago desequilibrado con oleadas de noche, punzadas en la cabeza.

Prepara el cacao amargo con miel de maguey, harina de maíz y vainilla de Chiapas. Lo deja hervir. Toca su collar con una mano, la otra bate con el molinillo. Adorna la bebida espumosa con achiote y almizcle. El olor a vainilla y especias llena la cocina; atrae a su hijo de dos años. Apenas sabe caminar, no habla. Lleva los brazos extendidos y detrás de la boca esconde una sonrisa que le suaviza los cachetes. La mira con dos ópalos brillantes, como si quisiera decirle algo. Esa mirada la inunda de percepciones, de ideas. Por primera vez desde en el día, no le duele la cabeza. ¿Son recuerdos o son sueños?. Intenta fijar las imágenes y su mente las dispersa como el viento soplando sobre un diente de león. Llena la jícara y la levanta.

Sale de la casa con la obsesión de una reina en las manos, cuidadosamente balanceada junto con una esperanza. Por la vereda, sus pies compactan la húmeda tierra blanda. El murmullo de las hojas verdes a ambos lados la acompaña, susurrándole deseos y tristezas.

Llega al palacio, el guardia la conoce y la deja pasar por una pequeña puerta lateral. Camina por el pasillo empedrado, a través de los jardines y las fuentes. Ha perdido su postura erguida, ahora se ve encorvada, insegura, casi vieja. Los guardias a la entrada de la habitación de la reina abren la puerta sin mayor ceremonia. El más ancho, una ceiba barbuda de hombre con olor a esclavo, la sigue con la mirada.

La reina está sentada a la mesa.
-Ahh- dice -por fin. Llegas tarde.- Sus ojos de escarabajo la observan penetrantes desde el centro de la cara pálida como una luna siempre huyendo del sol. Metztli da un paso hacia atrás, se aleja de esa mirada que la ensarta y la convierte en hormiga clavada al piso. Llena de arrugas, la cara de Maria de Tursonia es dura como piedra volcánica. Mueve el brazo con urgencia y Metztli se libera del suelo y se acerca. Se arrodilla y deja la jícara en el piso. Intercambia una mirada con Tepey el traductor, sentado a un lado de la soberana. Es un hombre de identidad firme. La inteligencia le brilla en la piel. A través de la mirada, los brazos eficientes, la espalda derecha, se le ve una intención controlada. Su voz es como un río ancho y profundo, con el zumbido de libélulas arriba de la superficie. Huele a caucho. Se conocen desde hace años; sus vidas no se tocarán más que con un hilo de seda. A Meztli este hombre le fascina más que los corales del mar claro de la costa, la miel de abeja, las esmeraldas que adornan las fuentes del palacio.

Al depositar la jícara, se intercambia también el acuerdo de proteger secretos. Ella guarda el de Maria de Tursonia. Tepey guarda dos secretos que Meztli nunca le entregó. El primero, que su interés en contrabandear el cacao va más allá de las monedas de plata, y debería ser motivo de preocupación para la realeza. El segundo es más valioso.

Un sirviente llena las tazas de porcelana, como las de los chinos. A la reina le gustaría tomar la bebida preciada en copas de oro, como en los famosos banquetes de trescientos platillos que ofrecía el jefe vencido; pero necesita ser discreta. El sonido del chorro vertido en las tazas es por un momento el de una cascada y los vuelve a todos puntos en la inmensidad del universo. La dulzura picante que emana de la taza suaviza el gesto duro y poroso de un rostro acostumbrado a exhalar órdenes. Metztli, olvidada, se desplaza hacia la puerta y se retira sin dar nunca la espalda. Con gusto sale del cuarto, frente a la reina se imagina en presencia de un depredador. Inhala el aire fresco de la mañana y al hacerlo se marea. Siente naúsea. Regresa por la vereda con pies pausados, oye ladridos a lo lejos.

Al llegar a su casa prepara otra jícara, para ella y para Coatzin, el niño pequeñísimo de ojos negros; con chile y achiote, vainilla y miel de los pueblos de tabasco. Afuera de su ventana crecen flores amarillas, adentro una tortuga de piedra descansa en el marco. Prepara un desayuno de chapulines, maíz y calabaza. Piensa en el traductor y en los dos secretos. Coatzin bambolea con los brazos extendidos, choca contra ella. Metztli lo abraza y acaricia su pelo. A su lado, una visita se posa en la ventana.

Largas plumas verdes iridiscentes, de color imposible, cubren su cola, extendiéndose de la ventana hasta casi tocar el piso por fuera de la casa. En la cabeza una cresta erizada, formada por plumas comprimidas unas con otras; el pico es amarillo, el pecho y vientre de color rojo carmesí intenso. Las patas cortas tienen dos dedos hacia atrás y dos hacia delante. Con un movimiento rápido, se sacude las gruesas nubes y los árboles que la selva dejó sobre sus alas. Emite una sílaba de madera. Mueve el cuello ondulante en una pregunta y, con la pata oscura, avienta algo que cae sobre el pie de Metztli y luego al piso con el sonido de un pedrusco. Coatzin emite un grito de felicidad y se abalanza sobre el objeto. Metztli, sorprendida, abre con cuidado los dedos de su hijo y extrae un caracol de su palma abierta. Se levanta, quisiera ver a esta ave desconocida de nuevo; pero la ventana está vacía.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Okey, comentarios. La escenografía está muy bien, es vívido, esto. Y la imagen del quetzal dejándole un caracol al chavo está, por ponerlo de una manera refinada, de huevos.

Algunos detalles mejorables (según yo, que qué coño sé yo ¿verdad?). Los ópalos y la sacudida de nubes me parecen metáforas pretensiosas; la cascada de chocolate, demasiado exagerado.

Pero lo que realmente me brinca es que el cuento es más bien polaco, en el sentido de que no pasa nada. Puedo ser un patán incapaz de apreciar una colección de imágenes bonitas por sí mismas, probablemente lo soy, pero realmente extraño un argumento.

"El rey se murió, y luego la reina se murió", no es un argumento. "El rey se murió y luego la reina se murió de pena", es el principio de un argumento (no es un ejemplo mío, pero no recuerdo dónde lo leí). Sucesión causal de eventos, pues, que me diga porqué pasan las cosas que pasan, y porqué me interesa si la chava se mareaba.

Eh bueno. Nomás de hocicón, acá, claro.

Por cierto, tu encuesta vale queso, ni siquiera suman los resultados... ¡Fraude electoral! ¡Demando un nuevo conteo! ¡Voto por voto!

:P

Nittai dijo...

Gracias!
Si, eso, eso. Crítica severa. No, ya en serio, se agradecen mucho los comentarios. Los de las metáforas pretensiosas, sobre todo.
En cuanto a lo del argumento... sip. Es que en realidad no es un cuento, es la introducción a una historia más grande.
Digamos que era el piloto de una historia. Se marea por algo, algo va a pasar. El quetzal fue por algo. Etc.

Alina dijo...

Nanais. A mí los retratos me encantan. Ya te he comparado con Chejov antes por eso.

Pero yo creía que el molinillo se usaba con dos manos, de otra manera no espuma bien. Claro, puedo estar equivocada.

No sé si las metáforas e imágenes están un poco recargadas. O tal vez es a propósito para darle una ambientación recargada como la selva del sureste .

Tanajura dijo...

Ya decía yo que no se quedaba ahí la cosa... ¡nos tienes que revelar el segundo secreto! ¿No?

Una pregunta... primero dice que Metztli siente punzadas en la cabeza y luego: "Por primera vez desde en el día, no le duele la cabeza." Me perdí un poco.

¿Tienen algún significado traducible al español los nombres "Metztli" y "Coatzin"?

Las frases que más me gustan de este cuento, hasta ahora (en orden de más a menos, y que conste que no doy razones sino que se trata de mero gusto de una lectora caprichosa):

Su voz es como un río ancho y profundo, con el zumbido de libélulas arriba de la superficie.

Sus ojos de escarabajo la observan penetrantes desde el centro de la cara pálida como una luna siempre huyendo del sol.

Intenta fijar las imágenes y su mente las dispersa como el viento soplando sobre un diente de león.

Nittai dijo...

Nittai said...

Qué padres críticas, muchas gracias.

Alina: me encantó lo de que el texto sea como la selva del sureste.... sí está recargado de metáforas, será bueno quitar las que no funcionan. La descripción del traductor, por ejemplo, puede ser más breve. Y la de la cascada de chocolate como dijo César. Lo bueno es que también se podría "diluir" con más argumento, no?

!Cierto lo del molinillo! Lo cambiaré.

Evis: Graaacias por leer y comentar mi texto! Qué honor. Es bueno saber lo que queda confuso, eso del dolor de cabeza no está claro. !Y qué padre que te gustaron esas imágenes!

Metztli = luna
Coatzin = pequenia serpiente

si es cierto, por ahí queda el otro secreto que es el importante :)

abrazos!

Anónimo dijo...

Ya decia yo que se necesitaba lo que sigue!!!!!! sin ser una tremenda conocedora ni lectora, las imagenes me gustan, tienen color y caracter propio, tienen vida, pues... lo demas son detalles que se iran puliendo.
Yupiiiiiiiii ella escribe!!!!!!!!!

Nittai dijo...

Gracias, anónima querida!
Como de que no eres gran lectora? Yo me acuerdo de que te encanta leer.

Ahora en realidad debo escribir algo en inglés, para que me acepten en un curso de escritura muy bonito.

Muchos abrazos!